El guía

Escuchó confiada a su corazón. “¡Sígueme!”, le dijo dulcemente. Y ella le siguió. Con la temeridad de quien se atreve a sentir. A pesar de la niebla. Él sabría el camino. Sería su guía.
Pero la realidad apareció con sus dientes de sable destrozando aquel sueño a dentelladas.
“No volveré a seguirte”, recriminó a su corazón llena de dolor y de frío. “No somos iguales. Tú eres como los sueños. Puro y libre. Pero mi mundo es otro. Un mundo de esclavos. Donde impera el miedo. Mi mundo duele”.
De repente se levantó la niebla. Y no encontró a su corazón delante de ella. Se giró y lo vio tras de sí. A su espalda. Igual de herido. Temblando de frío. Y ya no supo decir en qué mundo estaba, ni quién había seguido a quién. ©

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